quarta-feira, 9 de dezembro de 2009

José Casimiro Júnior


Un brindis a caballo, la más bella
flor de la portuguesa cortesía.
Cundo el toro arrancó, ya conocía
su obligación de conjugar su estrella
con el signo violento del jinete.

No supo de esto el rey Alfonso el Sabio?
A rematar la elíptica en un brete
no bastarán armellas y astrolabio?

Cometa vertical, el hierro agudo
en lo alto del morrillo hincó su agravio.
Torció el blanco caballo grupa y cola
y, al galopar arábigo y sonoro,
estalló al aire alegre banderola.

Gerardo Diego («La Suerte o la Muerte»)

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